martes, 19 de noviembre de 2013

Imbéciles

Terminal de Maldonado. Viernes. Siete de la tarde. —Disculpá, ¿te puedo hacer una pregunta? ¿Por qué te cortás el pelo así? —¿Y vos por qué te pelas? ¿Porque te gusta? Y bueno, lo mismo, porque me gusta, simple estética. Ah, ¿pensaste que había algún fundamento ideológico atrás de un corte de pelo? No. No hay. ¿Esperabas un «por el asco que da tu sociedad»? No. Paso. Mirá, viene el bondi, nos vemos. Copsa, cuarenta asientos, y el señor de la pregunta estúpida se sienta al lado, pasillo mediante. Arrancamos, se apagan las luces, prendo la mía, saco el libro y empiezo a leer. Al rato cierro el libro y los ojos, resta hora y media de viaje y una larga noche por sobrevivir. No pasan ni cinco minutos cuando siento que me tocan el hombro, abro los ojos y lo único que llego a ver es una pantalla de celular muy cerca de mi cara con un mensaje de texto sin enviar: «sos lesbiana». A pesar de la falta de signo de interrogación, miro al imbécil de la pregunta estúpida —la otra—, que me mira con una sonrisa que pide a gritos que le bajen todos los dientes de una patada, y arranco: —Idiota, qué mierda te importa… ¡Imbécil! ¡Ah, pero sos un idiota! ¿Aparte qué, te da vergüenza preguntarme en voz alta si soy lesbiana, mongólico? Idiota. ¡¿Me despertás para preguntarme eso?! Además, ¿qué te cambia si soy o no soy, pelotudo? Estuve a punto de entrar en un loop infinito de gritos e insultos, pero en vistas de que el hombre miraba hacia abajo y que nadie decía nada y que yo era la única que estaba gritando como una esquizofrénica en el medio del bondi, le dije «imbécil» una vez más y me callé. Obviamente no dormí una mierda y el resto del viaje lo pasé envenenada mirando por la ventana. ¿Qué esperaba este señor? ¿Que sonriera? ¿Que le contestara por escrito «Sí, papi, pero por vos me convierto» y así empezáramos un chat erótico en vivo?, ¿«Sí, y estás invitado a un trío conmigo y mi novia»?, ¿«No, gracias al cielo, así no me pierdo a los machos como vos»? ¡Idiota! Si fuera lesbiana, sería problema mío y ni se me ocurriría alimentar las fantasías de ningún pajero cabeza de pija, y si fuera heterosexual, preferiría mil veces chupar una concha a siquiera rozar por accidente o aun charlar dos minutos con un subnormal del orto como este.

1 comentario:

  1. la tocada de hombro de por sí ya tiene algo de idiota, el resto es casi una obra de arte de idiotez, es brillante

    ResponderBorrar